salvador sánchez vs wilfredo gómez

noviembre 26, 2008

salsan

Hay dos razones muy evidentes por las cuales la victoria de Salvador Sánchez contre Wilfredo Gómez resulta mítica para los aficionados mexicanos al box. La primera es que luego de ganarle a Carlos Zárate, que dicen que llevaba días enfermo antes de la pelea, y a otros once mexicanos Gómez se ganó el apodo de El matamexicanos. A Carlos Zárate lo tunde en cinco rounds. Obviamente Wilfredo Gómez era un tipo de cuidado, había tenido que desarrollar su carrera fuera de su país porque no había en todas las calles alguien que le hiciera al menos sombra. Tuvo buenos combates contra mexicanos. Lupe Pintor define a Wilfredo como un hombre de mucha entrega, golpeaba maltratado, como estuviera y nunca echaba para atrás, la pela entre ellos fue una de las más aguerridas y difíciles que tuvo el niño de las monjas, que ganó por k.o en 1982. La segunda razón también tiene que ver con Wilfredo y es que habló de más pronosticando un k.o en el round número ocho, y camino a los vestidores, en un alarde de confianza, le tocó a la puerta de los vestidores de Sánchez para sugerirle que se tomara una foto porque después no se podría reconocer. Claro que cuenta la soberbia clase de boxeo que le da Salvador al mundo, demostró de lo que era capaz cuando se aplicaba a fondo, mantuvo casi toda la pelea a distancia a Wilfredo, lejos, como si fuera un mal sueño al que no quisiera tener de cerca pero al que debe de destruir para que no le queden ganas de volver, la derecha de Sánchez causó mucho daño desde el primer round.

En el momento en que Salvador Sánchez le ganó el campeonato pluma al Coloradito López se convirtió en un ídolo, antes de eso era prácticamente desconocido, para cuando le gana a Wilfredo, Salvador pasa a ser una especie de vengador que se gana un lugar en el paraíso. No sólo se trata de haber vengado a la estirpe de boxeadores mexicanos, sino también humillar al rival y ante los insultos y descalificaciones guardar silencio y acribillarlo en el round en el que se suponía que él tenía que caer. De no haber muerto el 12 de agosto de 1982 Salvador Sánchez sólo habría vuelto a pelear una vez más después de su pelea con Asumah Nelson. Pudo haber sido la revancha contra La Porte o la pelea, soñada por muchos, contra Alexis Argüello. Lo dijo su entonces apoderado, Juan José Torres Landa. La confesión llegó de los propios labios de Salvador en un hotel de Nueva York. O sea que Wilfredo nunca hubiera tenido la revancha. Esta es una de las peleas que más disfruto, el sólido derechazo que Salsan conecta en el primer round cuando Wilfredo se lanza con todo es muestra evidente, para mí, de que Salvador era muy superior. En cuanto él lo decidía la cabeza del Bazooka Gómez se volvía a tambalear, además de la frialdad que siempre mostraba, la esquina de Salsan siempre se ve limpia, con una estrategia planeada y en la otra parece que se pone un tianguis de señoras inútiles cada que suena la campana.



A Wilfredo Gómez le gustaba pelearse desde que tenía nueve años, salía a buscar pleito a las calles de su barrio, el Barrio de las Monjas, era un tipo de comprobada resistencia, de un punch demoledor y una precisión de reloj que destruía cualquier rostro. A Salvador Sánchez le aconsejó su manager, Cristóbal Rosas, que no terminara la pelea en el segundo round, que la aguantara, que castigara, pero que no dejara de cuidarse de la pesada izquierda del boricua. Es, dentro de todas las peleas, la que más me gusta, por lo grande que era Gómez, por la insana atmósfera que había creado él mismo y la manera fría de Salvador de golpear durante ocho ronds a quien en una división más baja había sido un monstruo invensible.

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